sábado, 2 de mayo de 2015

Varanasi, la ciudad sagrada a orillas del Ganges

La última parada de este mini tour por la Castilla la Mancha de India fue en la ciudad de Varanasi. Varanasi es una de esas ciudades que mejor describe lo que es la India. Habitada ininterrumpidamente desde hace más de 3000 años, es considerada una de las 7 ciudades sagradas para el hinduismo.

El Ganges es el corazón de esta ciudad en el que el fuego de Shiva arde sin descanso desde tiempos inmemorables. El río es lugar de culto, es punto de encuentro, es patio de juegos, es el sitio para lavar cuerpo, espíritu y .... Toda la ropa.



Para descubrir Varanasi, y lo que el Ganges significa para los hindues, lo mejor es pasear ininterrumpidamente de un lado al otro de la ribera. Cualquier hora del día es buena para hacerlo, la vida en la ribera, como la corriente del Ganges va fluyendo desde el amanecer hasta bien entrada la noche. Antes de que salga el Sol, la gente acude en masa a realizar los rezos matinales y a bañarse al río. Después llegan los pescadores, los lavanderos, los que andan de bodorrio, los babas (iluminados)  vestidos de naranja y algún que otro rezagado. En las horas centrales del día la vida en el río baja su ritmo para recobrar toda su energía al atardecer. Niños que dan clases de natación, grupos de jóvenes que juegan al cricket en las gradas que dan acceso al agua y como colofón una gran ofrenda colectiva que cada tarde atrae a miles de personas al caer el sol en el Ganges. Lo único que no para en todo el día son las cremaciones. 24 horas al día de piras funerarias, todos los días del año. Las ceremonias de cremación se concentran en los puntos en el río, uno más pequeño y antiguo y un gran crematorio en la zona norte, corriente abajo, que como una fortaleza, esta rodeado de pilas gigantes de madera, esperando su turno para alimentar el fuego de Shiva.



Se dice que cualquier persona que muera a menos de 60 km de Varanasi, queda librada del ciclo eterno de reencarnaciones. Por este motivo, moribundos de todo el país acuden en masa a expiar a las orillas del Ganges y reposar eternamente en sus aguas.

El ritual es más o menos el siguiente. Cuando la persona muere, se la lava y se la embadurna con siete aceites distintos. A continuación se la cubre con una sábana blanca, y se la envuelve en telas de colores dorados, plateados y naranjas. Cuando el cuerpo está listo, se lleva en procesión al Ganges. Ahí se sumerge por última vez en el río para su purificación y espera su turno en las gradas del crematorio, para ser incinerado. Los trabajadores preparan la pira, que ha de contener al menos 200 kg de madera. La madera que se usa es de dos tipos, normal (a 280 rupias el kg – unos 4 euros) y de sándalo (7000 rupias el kg – 100 euros). Como la mayoría de la gente no puede permitirse madera de sándalo, simplemente compran unas bolsitas con virutas de madera, para tirarla a la pira cuando está encendida y dar olor (bueno, y se supone también que la madera de sándalo es sagrada).



Una vez que la pira está preparada y el cuerpo sobre ella, el familiar (que va vestido de blanco y con la cabeza y barba rapadas), acude al templo a por la llama de Shiva. Tras pagar religiosamente un donativo que va desde 500 rupias (8eur), hasta lo que quieras pagar, vuelve con la llama a encender el fuego. Antes de prender la pira, da 5 vueltas con la llama sobre el cuerpo del difunto, simbolizando los 5 elementos. La pira está encendida de 2 a 3 horas hasta que se consume todo el cuerpo. En ese momento, el familiar baja al Ganges, coge una vasija con agua, y de espaldas al fuego, la lanza sobre los restos de las llamas. A continuación abandona el lugar sin mirar atrás, como símbolo de la ruptura con el cuerpo material del familiar difunto. Una vez consumidas las ascuas, los funcionarios recogen los restos del cuerpo, normalmente el pecho en los hombres y las caderas en las mujeres y los arrojan al Ganges.

Si por cualquier cosa el cuerpo no arde, no pasa nada, se considera que el cuerpo ya es puro, se ata a una losa de piedra grande y se hunde en el Ganges. A los niños no se los incinera, pues se los considera inocentes. Las mujeres embarazadas también se hunden en el río pues llevan un inocente en su interior. Los leprosos tampoco se queman, pero no me enteré muy bien porqué.



En la orilla del río, un grupo de trabajadores busca entre el lodo restos de oro que hubiera entre las cenizas de los cuerpos. Otro grupo, se encarga de recoger a moribundos por las calles y llevarlos a tres casas que hay junto al río para cuidarlos hasta que mueran.

Lo curioso, es que mientras uno presencia toda la escena, lo cual no deja de ser un tanto macabro (imaginaros que un turista fuera a sentarse a un cementerio a ver como entierran a la gente), no se respira un ambiente de tristeza profunda ni dolor. A penas si se ve al familiar llorar, y todos a su alrededor están sentados en la más absoluta de las tranquilidades, tomando un té con leche, como si lo que estuvieran presenciando es lo más normal del mundo. Salvo un par de personas interesadas, que intentan provocar un escándalo y que les des dinero porque te acusan de haber tirado fotos (aunque es mentira), nadie más repara en el turista, que se entremezcla entre la multitud como un espectador más.



Fuera del río, Varanasi, es como cualquier otra ciudad de la India, caótica, sucia, con sus bazares estrechos y su vida ajetreada. Lo más destacable, sentarse un rato a descansar en una pequeña tasca llamada “blue lassi”, donde tomarse unos riquísimos lassis (yogurt bebible) de todo tipo de sabores.

Os preguntaréis y te bañaste en el río ... La respuesta es NOOOOOOO. Respeto mucho el que los hindues se bañen cada mañana en él, y que algunos extranjeros muy espirituales también se animen con el chapuzón, pero mirando la mierda que hay en las orillas, ... Pues como que lo dejamos para la próxima vez.



Terminar el post, felicitando a nuestras mamis. Feliz día de la madre!!!!. Desde aquí nos acordamos mucho de vosotras y os echamos de menos. Os queremos mucho, mucho, mucho!!!!

Patri y Juan


Os dejamos el link a las fotos:

viernes, 1 de mayo de 2015

Orchha y Khajuraho, dos antiguas capitales caídas en el olvido

Tras dejar Patri en la estación camino del retiro de meditación, desde la soledad de la habitación (hay que ver como se nota al principio cuando estás acostumbrado a la constante compañía) me dediqué los 2 siguientes días a organizar lo que va a ser esta última parte del viaje, así como los primeros pasos de la vuelta a China.

Una vez que ya tenía todo más o menos controlado, puse rumbo a la parte central de la India, algo así como la Castilla La Mancha de España. Tres objetivos en el horizonte: la ciudadela de Orchha, los templos del Kamasutra de Khajuraho y la ciudad sagrada de Varanasi. En el post de hoy, me gustaría descubriros los dos primeros.

La historia de los hoy pequeños pueblos de Orchha y Khajuraho es la de esas grandes ciudades del pasado que un día quedaron abandonadas en el olvido, para con los siglos ser redescubiertas. De gran importancia en la época medieval, ambas ciudades (antiguas capitales), fueron un día abandonadas y sepultadas bajo la densa maleza del olvido hasta que los británicos llegaron a la India tiempo después.


Lo que hoy es el pequeño pueblecito de 10.000 habitantes de Orchha, fue en su día una imponente ciudadela habitada por más de 50.000 personas, en medio de dos ríos y protegida por una robusta muralla. Más de 15 años de continuos trabajos de restauración, están devolviendo poco a poco el perdido esplendor a la ciudad amurallada, presidida por un bonito palacio rodeado de casas de oficiales de estilo indo-musulmán.

Pasear por Orchha es verdaderamente gratificante. Si bien la arquitectura no se diferencia demasiado de lo que ya hemos visto en Rajastán, el verdadero tesoro de venir a este perdido pueblo lejos de las rutas turísticas, es el placer de pasear por la ciudadela en la más completa de las soledades. En total no habrá más de 20 turistas occidentales en todo el pueblo,  y teniendo en cuenta que la mitad de ellos o no madruga o no sale a las horas de calor, a penas si he coincidido con más de 5 occidentales por la calle en los dos días que he pasado allí.


Al margen de las ruinas, también he disfrutado un montón de la vida en el hostel. Si bien el sitio era bastante básico, el dueño ha sido con diferencia (excluyendo a nuestros amigos, claro) el mejor anfitrión que hemos tenido desde que llegáramos a la India. Cada vez que me veía me traía algo de comer o beber, ... Vamos, como si me viera delgado o algo así.... Y no me dejó pagar nada. El tío tiene la filosofía de que la mejor manera de hacer negocio es que los clientes recomienden a otros clientes el lugar, y para ello te trata super bien, y te deja pagar lo que quieras... Curiosamente le funciona genial, pues tiene siempre lleno y la mitad de las personas que andaban por el hostel, venían recomendadas por otros. Además el hostel es como una corrala, con todas las habitaciones dando a un patio común, donde nos sentábamos todos de charleta en las horas centrales del día... Mientras por supuesto en dueño nos cebaba a comida y bebida.

Después de dos relajantes días en Orchha, llegué a Khajuraho, para si cabe... Relajarme aún más. Menudo pueblo fantasma, se que había turistas, porque los vi dentro del hostel (bueno, y algún grupo organizado en los templos), pero lo que es encontrase alguno por la calle, ni de broma. Parece mentira que el pueblo sea suuuuuper turístico, con un aeropuerto y todo para 8.000 personas que viven allí.

Declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco, Khajuraho es famoso por su grupo de templos hindues llenos de altorrelieves con representaciones de figuras del Khamasutra. Si bien no representan más del 10% del total de todas las figuras de los templos, su posición en los mismos, su tamaño y lo explícito de las escenas, hacen que no pasen desapercibidas en el conjunto.


No hay un consenso general en el motivo por el que dichas escenas están ahí. Tampoco es Khajuraho el único sitio donde se encuentran (las hay en algunos otros templos a lo largo de India). Hay teorías que dicen que están ahí para proteger los templos, otros dicen que representan la fertilidad. Algunos argumentan que detrás de las escenas hay poderosos mantras y son alegorías de un mensaje superior, y los hay que sostienen que simplemente están ahí para educar sexualmente a los indios de la época.

Motivos a parte, resulta bastante chocante desde nuestra mente educada en el catolicismo relacionar de manera tan explícita religión y sexualidad. Escuchando la audioguía me partía de risa cuando contaban las historias de los descubridores ingleses al ver los templos por primera vez. Imaginaros unos estirados victorianos renegando de semejante herejía y santiguándose a cada paso (aún había algún turista mirando horrorizado .... Especialmente al ver una escena de un hombre entreteniéndose con un caballo). Hasta los propios escultores parece que alguna vez se arrepintieron de lo que habían creado, y junto a los amantes ponen otra figuras llevándose las manos a la cabeza. De todas formas hay alguno que se lo tomaba como mucho humor, como prueba uno de los elefantes que se supone protegen en templo, en lugar de mirar al frente como todos los demás, está girado mirando una escenita subida de tono.


Con la tontería me tiré casi cinco horas dando vueltas por los templos, captando todos los detalles y disfrutando de la soledad del lugar (sobre todo a primera hora de 6 a 8 de la mañana).

Como tampoco había mucho más que hacer, el resto del día lo pasé leyendo, ordenando fotos y tomando cafés,... Deambulando de un lado a otro y disfrutando de la soledad de las tardes achicharrantes de la Castilla la Mancha de India.

Os dejamos el link a las fotos (algunas no aptas para menores):

Fotos de Orchha

Fotos de Khajuraho

miércoles, 29 de abril de 2015

Sobre casualidades del destino y ángeles de la guarda

Tras otro largo autobús nocturno, y ya van unos cuantos llegamos a Delhi nuevamente. La idea inicial era ir ese mismo día a Agra, ver el Taj Mahal y después comprar un vuelo a la zona de Darjeeling y Sikkim, en el limite con Nepal y Bhutan, para disfrutar de la montaña y de una zona tibetana de verdad (en realidad queríamos ir a Nepal pero se nos hizo tarde y no teníamos días suficientes). De allí iríamos a Kalkuta y después de que Patri hiciera el curso de meditación volveríamos a Shanghai. No obstante, y una vez en la estación de tren hemos cambiado de opinión. Si siguiéramos con el plan inicial se nos haría muy tarde para volver a Shanghai, así que aprovechando que hay otro curso de meditación cerca de Delhi que empezaba ese mismo día, hemos cambiado los planes otra vez más. Sin darnos casi tiempo para más que una ducha, nos hemos despedido para reencontrarnos de nuevo dentro de once días en Delhi, y esta vez si, ir a ver el Taj Mahal, y después volver a Shanghai el 7 de Mayo.

Mientras Patri aprende sobre meditación, y resiste diez días sin hablar, profundizando en como relajarse y dejar la mente en blanco, yo he hecho un parón para organizar la vuelta y me he montado un tour para visitar tres sitios no muy lejanos, donde descubriré entre otras cosas, los templos con figuras del Kamasutra de Khajurajo y la ciudad de Varanasi donde hacen las cremaciones y tiran las cenizas al Ganjes. Pero antes de contaros como me va, quería dedicar este post a hablar sobre las casualidades del destino y los ángeles de la guarda.

Uno de nuestros sueños al venir a la India era el ir al Himalaya y hacer un trekking (aunque suena muy profesional nos ha contado mucha gente y nos habíamos informado que es bastante turístico y hay rutas de muchos niveles con los que disfrutar de la montaña... No os asustéis). Según el plan inicial, la idea era llegar a principios de abril al norte para chequear si podíamos ir a Leh (en los Himalayas indios) o incluso a Nepal, aprovechando que esta es una muy buena época para hacer varias de las rutas más famosas y asequibles. Casualidades del destino, nos hemos entretenido mucho por el camino y al final con mucha pena tuvimos que descartar la opción de Leh (porque a pesar de lo que creíamos aún es pronto para ir) y Nepal (porque no nos quedaban días).

Hoy, cuando escribo estas líneas, se cumplen tres días del terremoto que ha asolado Nepal, y no puedo evitar pensar en que si todo hubiera seguido su curso estaríamos seguramente allí. Desde que me llegaron un montón de whatsapp y leí la noticia, no he dejado de pensar cuando hace unos años, estuvimos a punto de comprar un vuelo para pasar un fin de semana en Casablanca, el mismo fin de semana que hubo un atentado en el café más famoso de la plaza de la ciudad. Casualidades del destino, cuando íbamos a comprar el vuelo, justo subió de precio y decidimos no ir.

Siempre desde pequeño he creído en los ángeles de la guarda. No se quienes son ni donde están pero de forma intuitiva siempre pensé que están ahí para protegernos. En días como hoy, no puedo dejar de dar las gracias al nuestro, por una vez más haber cuidado de nosotros. Gracias, de todo corazón muchas gracias!

Por otro lado me gustaría dedicar este post a todo un país que hoy y durante muchos años sufrirá las consecuencias de esta catástrofe natural. Mi más sincera condolencia a las familias de las más de 3000 personas que ya han fallecido en Nepal, India y China. Mucho ánimo para aquellos que lo han perdido todo, y gracias de todo corazón a todos los que están ayudando (incluidos turistas) en estos días de caos.

A la familia y amigos, tranquilizaros una vez más. Estamos muy lejos de todo lo ocurrido y disfrutando de estos últimas días por la India. Gracias a todos por preocuparos por nosotros! Nos hace sentirnos queridos en la distancia.

Volveremos otro día con historias más felices...






martes, 28 de abril de 2015

Dharamsala, la casa del Dalai Lama

Después de casi tres meses de viaje, y tras más de dos semanas torrándonos al sol, hemos visto llover. Qué sensación! Hemos llegado a Dharamsala, la casa en el exilio del Dalai Lama, la falda de la cordillera del Himalaya. Hace fresquito por la noche, todo es verde y se respira aire puro (hoy me he sonado las narices y el pañuelo no estaba marrón).

Dharamsala (o Mac Leod... Que es el pueblito que está arriba y donde se aloja el Dalai Lama) nos ha encantado y un poquito decepcionado a la vez. Decepcionado porque cuando llegas a la casa del Dalai Lama, lo que imaginas es que vas a encontrarte un palacio gigante de estilo budista, como el de Lhasa en el Tíbet, todo lleno de monjes, con olor a incienso y velas y runrún de mantras tibetanos por todos lados... Pues no, nada más lejos de la realidad... Resulta que el Dalai Lama, cuando anda por aquí se aloja en un sencillo chalet, que da salida a una especie de polideportivo, con una carpa como las del circo y listo. Eso es lo más espiritual que vas a encontrar en Dharamsala. Además, cuando no está, hay una desbandada general de monjes y apenas se ven túnicas rojas por la calle. Vaya hombre! Jejejeje, pero eso pasa por dejarse llevar por el nombre...



No obstante, y una vez pasado esa decepción inicial, Mac Leod tiene muchas cosas que ofrecer. Pasear por las calles es como volver a estar en China. Aquí apenas se ven caras de Indios. La mayoría de la gente o es turista o es refugiada tibetana. Si quieres aprender sobre el budismo, este es un buen lugar. La cantidad de cursos y actividades relacionadas es super numerosa. Que lo que te gusta es el yoga y la meditación, aquí también encontrarás tu sitio. Y si disfrutas con la naturaleza y la montaña, has llegado al lugar adecuado.

Entre unas cosas y otras, al final nos hemos quedado aquí cinco días. Casi una semana en la que ha dado tiempo a meditar por las mañanas, hacer voluntariado de conversación en inglés con los refugiados tibetanos por la tardes y disfrutar mucho de la naturaleza y la montaña.


Un día entero, lo hemos pasado con los pies a remojo y descansando tranquilamente junto a un río con una cascada. Otro día hemos hecho una rutilla (con noche includida) para llegar a un collado a 3000 metros de altura, donde hemos visto los Himalayas de cerca! Qué sensación ahí sentados en una praderita verde, viendo esos gigantes delante. Buenos días, buenos días ... Y tú cuánto mides? Pues yo casi 6000 metros …. Alucinante! Hasta hemos hecho un super fuego para calentarnos por la noche, … Qué frío dan los picos nevados cuando se los ve desde tan cerca!!!


La verdad que Mac Leod, y sobre todo Dharamkot un pueblecito aún más pequeño que está a dos kilómetros, son sitios donde puedes quedarte 5 días o varios meses. Sorprende ver la super colonia de israelíes que hay aquí (este país está lleno de israelíes ... Les encanta venir de vacaciones). Dharamkot es para muchos de ellos, como si te vienes de vacaciones al pueblo. Está lleno de familias con niños, y por tener tiene hasta una guardería.

Muchas veces a lo largo del viaje por la India nos preguntamos donde están todos los miles de turistas que se supone hay en el país. Y es que a pesar de haber recorrido todo el Rajasthán (la zona más turística), a penas hemos tenido la sensación de turismo de masas. La respuesta está pues en sitios con Mc Leod o Dharamkot (o como Hampi, el monasterio donde estuvimos meditando, etc...). Estoslugares son auténticas colonias de turistas, o más que turistas al uso, de vacacionantes de larga estancia o residentes. Es curioso y chocante a la vez, encontrarte a tanto extranjero que pasa semanas, meses o años en este lugar. Son gente que no viene a conocer la India, si no en busca de un sitio, de su sitio. Para nosotros se hace un tanto extraño, pues nos cuesta estar parados en un lugar.


Por otro lado, y tenemos esta discusión a menudo, siempre llegamos a la concusión de que no necesitamos venir a un sitio así a descansar o vivir, pudiendo pasear por la Galea en un día soleado, o teniendo la posibilidad de desayunar en la Villa con las vistas de la Sierra de Gredos (por qué el ser humano muchas veces se empecina en buscar tan lejos algo que tiene tan cerca?). En Myanmar, encontramos un chico español que había viajado por todo el mundo y nos decía... Que “cuando creías haberlo visto todo, entonces ibas a la India, y la India te cambiaba la vida”. Nuestra conclusión sin embargo es que la India generalmente solo te cambia la vida si has venido aquí en busca de ello. No es una decepción, sino una constatación de que son muchos los motivos que llevan a la gente a venir a este país y si normalmente hay muchas formas distintas de viajar, aún hay muchas más (que hasta ahora no conocíamos) si donde vienes es a la India.

El último día lo hemos pasado en el porche de la habitación viendo las distintas opciones que tenemos para apurar estas algo más de dos semanitas que nos quedan de viaje. Está ya claro que no nos va a dar tiempo a ver todo lo que nos gustaría así que tenemos el dilema de qué dejar para la próxima vez... De momento nos vamos a Delhi, y una vez allí decidiremos como gastar estos últimos días de vacaciones... Increíble que ya hayan pasado casi tres meses desde que salimos de Shanghai, ponemos el contador y echaremos el resto para disfrutar al máximo de lo que nos queda!


Os dejamos el link a las fotos:

Fotos de Dharamsala

domingo, 26 de abril de 2015

Amritsar, cuando el oro está en el corazón de las personas

Después de un agotador viaje de 22 horas llegamos a Amritsar, para visitar el archiconocido templo dorado de los Sijs. La primera impresión nada más llegar a la ciudad fue ... Para qué narices hemos hecho un viaje tan largo. Qué caos de ciudad, qué guarrería por todos lados; seguro que el templo dorado va a merecer esta paliza de 22 horas? ... La primera respuesta a esa pregunta es NO. Habiendo visto las fotos, nos imaginábamos un templo gigante de oro rodeado de un lago enorme ... Qué decepción al ver aquella casetilla de herramientas (de oro eso si). Suponemos que esa es la primera impresión que se lleva la gente, especialmente la que duerme en uno de los hoteles alrededor del templo y únicamente lo visita por un par de horas, para salir corriendo a otro lado.



Para nosotros, el verdadero valor de la visita al templo dorado de Amritsar no fue el templo en si, sino la experiencia de vivir en el templo y convivir con los Sijs por un par de días. Para que os hagáis una idea, el templo dorado es como el Vaticano para los Sij. Pero un Vaticano muy distinto al nuestro. El templo dorado de Amritsar es un centro de peregrinación, una gran comuna donde cada día miles y miles de peregrinos duermen y se alimentan gratis, mientras acuden a los rezos o a purificar su cuerpo en el lago artificial alrededor del templo de oro.

Pero antes de entrar en detalles de como funciona el templo, os contaremos algo más de los Sij. La religión Sij surge en una zona de la India muy cerca de la actual frontera con Pakistán. Al ser una zona donde Musulmanes e Hindues conviven, la religión Sij se basa en el hecho de que todos los hombres son iguales, sin distinción de Sexo, raza, edad, condición social o casta. Como muestra de ello, todos comen juntos sentados en el suelo, para indicar que nadie está por encima de nadie. Además los Sij tienen muy arraigado el concepto de servicio. Desde pequeños les enseñan a compartir y a servir a los demás. Hasta el punto de que como os decíamos antes, tanto la comida como el alojamiento es gratis para cualquier persona que acuda al templo, independientemente de su religión.

Hay varios símbolos que identifican a los Sij. No se cortan el pelo y lo llevan envuelto en un turbante, llevan barba, un peine enganchado al turbante, una túnica azul y un puñal como símbolo de combatir la injusticia.


Y es que el concepto de justicia es algo prioritario para los Sij. Para que os hagáis una idea, cuando Indira Gandhi estaba en el gobierno, la gente de esta zona de Punjab (y algunos Sij) formaron un partido regionalista con un brazo armado. Como Indira Gandhi no quería problemas decidió acabar con ellos. Los llamados insurgentes se atrincheraron en el templo dorado de Amritsar que fue rodeado por los militares. Los únicos a los que se permitía entrar y salir era a los peregrinos Sij. Hasta que llegó el día que los militares, por orden de Indira Gandhi, decidieron tomar el templo. Entraron con tanques, a la fuerza, abriendo puertas y lanzando granadas. Sin preocuparse si al que disparaban era insurgente o peregrino. Como resultado y después de más de cuatro horas de batalla campal, miles de peregrinos Sij fueron masacrados. Mientras estos inocentes perdían su vida, la presidenta continuó ajena a tal injusticia, protegida por su guardia personal. Pero Indira Gandhi no tuvo en cuenta una cosa, que los Sij siempre combaten la injusticia. Dos de los guardias de su seguridad personal eran Sij, y nunca le perdonaron lo ocurrido. Poco después y llevados por el deber de justicia, asesinaron a la presidenta sin ningún miramiento.

Y ahora que ya sabéis un poco más de los Sij, volvamos al tema del templo. Como os comentábamos, el templo es como una gran comuna, donde todo funciona perfectamente sincronizado, y gracias a la ayuda de los voluntarios Sij, para dar acomodo y descanso a miles y miles de peregrinos al día. En el templo dorado, todas las puertas están abiertas, únicamente la del dormitorio de los extranjeros permanece cerrada y custodiada por un guardia. Tuvimos la suerte de que un extranjero que ya ha estado más veces allí nos hizo un tour por el templo y nos metió por todos lados. Así estuvimos en las cocinas, viendo como hacen la comida y el chai en cazuelas de más de 5000 litros. Nos enseñaron como lavan los platos, como una cadena de montaje en que se friegan consecutivamente hasta 6 veces. Pudimos ver la máquina más grande de hacer chapatis (los panes planos) del mundo, que hace 170 Chapatis al minuto.



Para que lleguéis a entender la dimensión del templo, el día que llegamos, que era el cumpleaños del fundador, estaban dando 5000 comidas a la hora, en un comedor que únicamente está cerrado de 2 a 4 de la mañana (para una limpieza general). Comer en el templo es toda una experiencia, puedes pedir toda la comida que quieras, siempre que no te dejes nada. Eso si, tienes no más de 10 minutos para comerla. Transcurrido ese tiempo, básicamente te friegan los pies, para dejarlo limpio para los siguientes. También tienes té con leche gratis durante todo el día y todas las veces que quieras. Si lo tomas por la mañana, te dan galletitas, si vas a la hora del almuerzo, barra libre de patatas fritas.

En todo momento que estuvimos allí la gente nos trató con amabilidad y respeto, e incluso nos invitaron a ayudarles y estuvimos durante 2 horas repartiendo cucharas y tazones para la comida. Menudo cachondeo, todos haciéndose fotos y dándonos la mano, de la ilusión que les hacía que estuviéramos echando una mano. Al final, estuvimos todo el rato en el templo y solo salimos una tarde, para ver la ceremonia de apertura de la frontera entre India y Pakistán... Pero eso es una historia muy diferente.


Entre dos países que se odian a muerte, la ceremonia de apertura de la frontera es algo que no tiene ningún sentido. Cada día, Indios y Pakistaníes se reúnen en el borde de cada país para una especie de fiesta, que más que una ceremonia militar parece un partido de fútbol. A cada lado de la frontera un estadio lleno de locales cantando, gritando, celebrando cada movimiento de sus guardias, como si de un gol se tratara. Un presentador por país encendiendo aún más a la hinchada .... Vamos, no os oigoooo! Innnnnnnnndiiaaaaaaa! Y por supuesto, todo en perfecta coordinación, lo que demuestra que más que enemigos, son colegas que han montado un show conjunto. No penséis mal, eso de peligroso no tiene nada, es una super atracción turística, donde principalmente los locales acuden en masa cada día a dar rienda suelta a sus instintos patrióticos.


En resumen, que al final la paliza valió la pena, por todo lo inesperado que nos encontramos en Amritsar. Aún ahora seleccionando las fotos, nos damos más cuenta de la tremenda experiencia que vivimos. Qué locura! Y qué gente tan distinta!


Os dejamos el link a las fotos:


viernes, 24 de abril de 2015

Tan, tan ... Rajasthan Parte 5: Jaisalmer y Khuri

Aquí estamos, tras muchos días, palacios y fuertes, en la ciudadela de Jaisalmer, el último bastión antes del desierto que separa India con Pakistán. Jaisalmer ha sido sin duda la culminación a todos estos días por tierra de maharajaes.


En primer lugar,  por la belleza de la ciudadela, conjunto amurrallado en el que aún viven unas 3000 personas. Jaisalmer tiene en su interior la belleza refinada del palacio de Jodhpur, varios minitemplos jainíes como el de Ranakpur, la limpieza, la ausencia de caos y el uniforme color del que carecen la ciudad rosa, blanca o azul.

En segundo lugar porque aquí, no solo hemos vuelto a coincidir con Davil y Carol, si no que además se ha unido a nosotros Erika, que estos días también anda de viaje por la India. Qué alegría ver caras conocidas, tener compañeros de sobremesa, y sobre todo, recibir a los amigos.


Finalmente porque en Jaisalmer hemos encontrado un oasis en el desierto. Un hotelito realmente mono, con una azotea impresionante y una piscina en la que finalmente nos hemos podido refrescar (que sensación de gustirrinin al meternos al agua después de tantos días a secano).

Entre baño y baño, encontramos el hueco (tras un gran esfuerzo mental) para hacer una bonita escapada al desierto y pasar la noche al raso, viendo las estrellas, arropados por las dunas de arena blanca. Tampoco penséis que era un super desierto de dunas (más bien un secarral de matojos y arena con dos enormes grupos de dunas), pero la experiencia de visitar un pequeño pueblecito del desierto, dar un paseo en camello (aún me duele la entrepierna) y sentirnos un poco como nómadas en las caravanas de la ruta de la seda, estuvo bastante interesante. Y os preguntareis... Se puso Patri los pantalones de montar? ... Pues al final no, que si bien sonaba bastante romántico, a 50 grados a la sombra, como que se agradece más llevar puesto algo fresquito.


Así pues, y con esta guinda del pastel, pusimos punto y final a dos semanas en Rajasthan, la tierra de los maharajaes y nos montamos en un bus que 22 horas más tarde nos llevaría a la provincia de Punjbar, a la ciudad de Amritsar donde se encuentra famoso templo dorado de los sijs.

Os dejamos el link a las fotos de Jaisalmer y Khuri:

Fotos de Jaisalmer

Fotos de Khuri


miércoles, 22 de abril de 2015

Tan, tan Rajasthan Parte 4: Ranakpur y Jodhpur

Como no hay dos sin tres, tras las famosas ciudades rosa (Jaipur) y blanca (Udaipur), pusimos rumbo a la ciudad azul de Jodhpur, dispuestos a completar la trilogía de los colores de Rajasthan.


De camino a Jodhpur, paramos en el famoso templo jainí de Ranakpur, la capilla sixtina de los templos de la zona (no nos preguntéis por el jainismo, porque tenemos ya un cacao de religiones que pa que). Con 1444 columnas de mármol blanco talladas de forma distinta, Ranakpur es algo así como una gran escultura en forma de templo. Bailarinas, dioses, músicos, elefantes, demonios, diosas, representaciones de tierras imaginarias, soldados, ... La variedad de las tallas, su detalle y su cantidad es simplemente abrumador. Desde la base de las columnas, hasta el centro de las cúpulas, todos los grabados se van entrelazando de forma armoniosa, para crear un efecto de conjunto asombroso.


Construido hace más de 500 años, como muchos otros templos, Ranakpur fue saqueado y abandonado hasta que el el año 1998 fue rescatado del olvido. 11 trabajosos años han hecho falta para que el templo recuperara todo su esplendor. Hoy en día, Ranakpur es un activo centro de culto, donde, además del templo hay un albergue de peregrinos y un comedor en el que por 50 rupias (algo menos de 1 eur) nos metimos entre pecho y espalda una de las comidas más sabrosas y copiosas desde que llegamos a la India. Barra libre de curry de berenjena, potaje de garbanzos, arroz, 10 chapatis (panes redondos) cada uno y mermelada de tamarindo ... Que Patri estuvo a punto de pedir para llevar en un tupper de lo que le gustó. A pesar de que fue una paliza de día (hasta la noche no llegamos a Jodhpur), el día bien mereció la pena.

Amanecimos el día siguiente en Jodhpur y el aplastante calor de la mañana, pronto nos dejó claro porqué este es el final de la temporada turística. Como en Andalucía en verano, decidimos tomarnos la visita a Jodhpur con bastante calma.


El primer día lo dedicamos principalmente a visitar la fortaleza de Jodhpur con su impresionante palacio. A pesar de que ya llevamos unas cuantas fortaleza y palacios a las espaldas, el inexpugnable fuerte de Jodhpur no nos dejó indiferentes. Quizás el más bestial de todos los que hemos visto, el fuerte nace de la piedra de la montaña y se fusiona con ella, erguido imponente, orgulloso. Por fuera es robusto y simple, por dentro refinado y exquisito. Ambos, fuerte y palacio se conservan muy bien, y hasta mediados del siglo pasado aún estaban habitados por el maharajá de turno y su familia (ahora viven en un palacio cercano que también es un hotel y en el que la noche vale a más de 500 euros). A nuestro ritmo cubano, la visita nos duró casi 5 horas, así que por la tarde solo nos dio tiempo a dar un pequeño por la parte “azul” de Jodhpur, antes de ir a cenar a una azotea con vistas al palacio iluminado.


El segundo día nos lo tomamos aún más calma que el primero. Primero porque nos encontramos a David y Carol,  una pareja de españoles que estaba durmiendo en el mismo hostel que nosotros, y entre pitos y flautas nos quedamos hablando con ellos hasta pasadas las 12 de la mañana. Cuando conseguimos arrancar, nos fuimos todos juntos a picar algo a un puestecito super auténtico de tortillas, si, únicamente de tortillas. Resulta que el tipo que lo regenta lleva toda su vida haciendo tortillas y sirviendo huevos duros a los lugareños. En un día normal, puede llegar a gastar casi 2000 huevos!!!! ... Y os preguntaréis... Como estaba la tortilla? Pues como no podía ser de otra manera... Riquisisisisima, tanto es así que aún nos daría tiempo a repetir otras dos veces más antes de irnos.


Y tras la tortilla llego la tormenta.... O la tarde de compras de Patri!!! La verdad que el sitio merecía la pena, así que decidimos hacer una excepción en nuestra política de no comprar para no cargar. La primera parada del shopping tour fue en una tienda que lleva una ong que ayuda a las mujeres solteras, viudas y sin recursos de la zona. Además de empaparnos bien del bonito proyecto, cayó un bonito pantalón indio para Patri los que hace ellas. Con la primera compra a buen recaudo, nos pusimos a la búsqueda del gran objetivo de la tarde, los pantalones de montar a caballo típicos de Jodhpur. Con una forma abombada a la altura del muslo, estos pantalones de montar son famosos en el mundo entero. Al final tras comparar y regatear, Patri se compró unos bonitos pantalones marrones... Que quizás pueda estrenar cuando montemos en camello en el desierto. Se los pondrá o no? Para ello tendréis que esperar a la siguiente entrega de Tan, tan... Rajasthan.

PD: sentimos el retraso, pero los últimos días han sido de mucho moverse y mal wifi. Estar atentos a los próximos días porque llegan muchas más aventuras.

Os dejamos el enlace a las fotos: