lunes, 15 de abril de 2013

EL GRAN VILAYA: RUINAS OLVIDADAS EN EL PERÚ MÁS AUTÉNTICO (PARTE 1)


Después de dos días estirando las piernas, ya estábamos otra vez en forma y listo para una de las grandes aventuras de nuestro viaje por el Perú, caminar por los pueblos perdidos de la región de Amazonas, cruzando valles y encontrando ruinas Chachas hasta llegar a la fortaleza de Kuelap.

Había la opción de hacer un tour guiado, pero nos cobraban lo mismo que en la selva y nos parecía una barbaridad. Además, nos decían que no era buen momento para hacerlo porque iba a estar el terreno con mucho barro.

Finalmente, decidimos hacerlo por nuestra cuenta y llegar hasta donde pudiéramos, alojándonos en los pueblitos del camino y contratando a guías locales cuando fuese necesario, así que con toda la información que pudimos recabar sobre la ruta nos lanzamos a la aventura.

DÍA 1: EL PUEBLO DE LOS MUERTOS

El primer día, tras hacer las minimochilas para los días de caminata y aprovisionarnos de comida y agua fuimos en minibús al cercano pueblo de Lámud, para ver el pueblo de los muertos.

Vistas bajando al pueblo
El pueblo de los muertos es un mausoleo de la cultura de los chillaos (vamos, primos de los chachas) construido en la pared vertical de un cañón. Nos lo habían recomendado tanto por su importancia cultural, como por sus increíbles vistas de los distintos valles y la catarata del Gocta. Acertamos de pleno!

Lo primero que nos dimos cuenta es que no es un lugar demasiado visitado, cuando al preguntar en la pequeña oficina de turismo de Lámud como ir, nos dijeron que teníamos que ir con taxi y guía. Como no queríamos pagar la pasta que nos cobraban, nos dijeron que podíamos ir solos pagando la entrada y dándonos las llaves para poder abrir la puerta de entrada al recinto. Así que si, literalmente íbamos a estar solos. A la frase de “Ojalá que lleguen…” nos despedimos de los de turismo y empezamos nuestra ruta…
El pueblo de los muertos

Tras caminar un rato entre tierras de cultivo, llegamos al borde del cañón donde está el pueblo de los muertos. La última bajada es un sendero que desciende haciendo eses hasta una pared vertical en la que los chachas construyeron sus tumbas. En cuanto tomas el sendero, te quedas con la boca abierta. Las vistas son más que impresionantes, con una panorámica del cañón del Sonche y del Uctubamba perfectas y la imperturbable mirada de la Gran Catarata del Gocta presidiendo toda la escena.

Al final del sendero, y tras salvar un par de derrumbes, nuestra recompensa, el pueblo de los muertos. El pueblo lo forman una serie de terrazas en la vertical del cañón, en las cuales se han construido unas edificaciones circulares que en su día albergaron los cuerpos de los difuntos chillaos, solo de los importantes. De las edificaciones apenas quedan restos de los muros de adobe, ni que decir de los cuerpos y las demás pertenencias que han desaparecido tras el paso del tiempo, el saqueo de los huaqueros y finalmente la acción de arqueólogos que han puesto a buen recaudo lo poco que quedaba.
Mausoleos

No obstante, y a pesar del estado de deterioro y descuido, el sitio merece bastante la pena. Especialmente impresionantes son unos pequeños grupos de sarcófagos que aún descansan en pequeñas grutas excavadas y a los que no puede acceder por ningún lado. Nos encantó el sitio!

Esa noche dormimos en Lámud, satisfechos y después de pasar un día entero sin ver turistas, con la sensación de que nos adentramos en otro de esos sitios “off the road”.

DÍA 2: EL VALLE DE BELÉN Y LA ETERNA BAJADA A CONGÓN

El segundo día madrugamos para tomar un colectivo (4x4) que nos cruzara al siguiente valle, el Valle de Belén. Montados en la caja de un jeep y sentados sobre unos sacos de maíz, fuimos viendo amanecer de hasta llegar al precioso valle. De repente, al tomar una curva aparece el valle como por sorpresa. Una moqueta verde atravesada por los meandros de un río que, como una culebra, serpentea a lo largo de todo el valle. Nuestra única compañía un grupo de vacas, otro de caballos salvajes y el perro de Arturo, el guarda de la cabaña del valle.
Valle de Belén

La idea inicial era convencer a Arturo para que nos hiciera de guía por los caminos de herradura hasta llegar a la Pirquilla, unas ruinas chachas perdidas en la maleza en lo alto de una montaña. Pero… Arturo no estaba! La casa estaba cerrada a cal y canto y tras desayunar en su porche y esperarle durante un buen rato decidimos irnos y hacer solos el camino. Tomamos el camino de la carretera hacia Congón, el pueblo donde dormiríamos. Como nos habían asegurado que Arturo estaría allí, no nos habíamos informado de cómo tomar el camino de herradura, y como no lo veíamos claro decidimos seguir todo el camino por la carretera para cruzar al siguiente valle.

Cambio de vegetación
Es muy curioso como de un valle a otro cambia tanto la vegetación y el clima, de prados verdes o monte bajo con sol, pasas de repente a bosque nuboso y selva cerrada por la niebla. Así tras ver el valle de Belén con sol, empezamos a bajar a Congón entre la niebla. Al final la bajada se nos hizo bastante pesada, curvas eternas que no terminaban de acercarnos al pueblo.

Instalando la lavadora
Al llegar a Congón, nos dimos cuenta que habíamos llegado a otro mundo, como 50 años en el pasado. Congón es el primero de una serie de pueblos a los cuales llegó la carretera hace 4 años. Hasta ese momento, la única conexión con el mundo exterior eran unos caminos de herradura que los lugareños con sus mulas y caballos utilizaban para ir a vender sus productos a los mercados, algo así como cuando el abuelo Félix iba con la mula por la calzada romana rumbo a Ávila. Hoy en día esos caminos de herradura empiezan a ser usados por los turistas, que los utilizan para ir descubriendo ruinas camino de Kuelap.

La casa de Armando
En Congón, nos alojamos en casa de Armando y Dora, que poco a poco van acondicionando su casa para los grupos de turistas que sobre todo en verano (época seca) llegan al pueblo. Lo más divertido fue ayudar a Armando a instalar la primera lavadora del pueblo. Armando se quedó una hora pegado a la lavadora, observando boquiabierto todos los pasos del lavado. Fue divertidísimo verlo! Por la noche, después de cenar, nos quedamos un rato en la tiendita de Armando y Dora viendo con todo el pueblo la tele (también en la única tele del pueblo). El colmo de la autenticidad fue cuando Armando llamó por megáfono a una señora a la que estaban llamando por teléfono. Nos encantó quedarnos en su casa en Congón! Además, es una zona cafetera en la que sus habitantes han vivido toda la vida de ello. 

Estuvimos también un buen rato hablando con Dora, que nos contó cómo era la vida sin carretera, lo duro que era tener que ir caminando durante todo un día para llevar las cosechas a vender a los mercados y como los niños tenían que dejar el pueblo para ir a Chachapoyas a estudiar la secundaria. Vamos, como cuando había que ir al internado del Diocesano a Ávila … Nos encantó poder hablar con ella!

Os dejamos el link a las fotos:



Continuará ...

6 comentarios:

  1. Que envidia los dos perdidos solitos por ahí. Esperamos la segunda parte ;)

    Musus

    ResponderEliminar
  2. Que bonito, y que bueno, eso lo vivimos aquí no hace tantos años.
    Me acuerdo de pequeña cuando llego el primer hombre la luna, todos los vecinos en mi casa para ver por tv el acontecimiento. Lo mismo que la lavadora.
    Que interesante es todo lo que contáis. Y ahora nos toca esperar a la segunda parte.
    Besos, mama

    ResponderEliminar
  3. Es genial! que bonitoo!! menudos montesss y que pocos bichos! ;)

    Seguir disfrutando guapos!!

    un besito

    Itxas

    ResponderEliminar
  4. Ay madre,que pareja de Indiana Jones...... nos estais demostrando que sabeis moveros por esos mundos de Dios.Desde luego los paisajes son bonitos,impresionantes..... pero lo que mas me gusta son los relatos e historias en las que los protagonistas son los habitantes que han vivido o viven en el lugar.
    ¿Por que hacían los enterramientos en una pared vertical de difícil acceso?
    La historia de Armando,Dora y los habitantes de Congon... efectivamente nos traslada a la historia de muchos de nuestros pueblos,no hace muchos años.......pero a que al hablar con ellos os trasladaron un calor humano poco usual?....gente sencilla y noble que tienen como objetivo que sus hijos tengan una vida mas fácil que la de ellos.........uff! que recuerdos
    Un besazo grande exploradores..... y la pena es que cuando vengáis quizá no tengamos tiempo de sentarnos en una noche estrellada alrededor de una hoguera a escuchar vuestros relatos e historias.
    Mama Mila

    ResponderEliminar
  5. Por fin he podido ver las fotos.
    Que verdes más bonitos, que paisajes, y que curiosos los enterramientos ya nos contaréis.
    Es auténtico.
    Besos,
    Mama

    ResponderEliminar
  6. Verdaderamente que contrastes de colores entre los valles. Vistas impresionantes y rutas interminables, cuando llegueís no os vamos a conocer......cuidaros.
    Nosotros tb. conocimos, 1º la lavadora y despues en otro aparato la secadora,y al final hicieron ambas en uno. No ocurrió hace tanto o nosotros somos muy viejos, que no lo creo jajaaaa... besos la tiita








    ResponderEliminar