Después de dos días estirando las
piernas, ya estábamos otra vez en forma y listo para una de las grandes
aventuras de nuestro viaje por el Perú, caminar por los pueblos perdidos de la
región de Amazonas, cruzando valles y encontrando ruinas Chachas hasta llegar a
la fortaleza de Kuelap.
Había la opción de hacer un tour
guiado, pero nos cobraban lo mismo que en la selva y nos parecía una
barbaridad. Además, nos decían que no era buen momento para hacerlo porque iba
a estar el terreno con mucho barro.
Finalmente, decidimos hacerlo por
nuestra cuenta y llegar hasta donde pudiéramos, alojándonos en los pueblitos
del camino y contratando a guías locales cuando fuese necesario, así que con
toda la información que pudimos recabar sobre la ruta nos lanzamos a la
aventura.
DÍA 1: EL PUEBLO DE LOS MUERTOS
El primer día, tras hacer las
minimochilas para los días de caminata y aprovisionarnos de comida y agua
fuimos en minibús al cercano pueblo de Lámud, para ver el pueblo de los
muertos.
Vistas bajando al pueblo |
El pueblo de los muertos es un
mausoleo de la cultura de los chillaos (vamos, primos de los chachas) construido
en la pared vertical de un cañón. Nos lo habían recomendado tanto por su
importancia cultural, como por sus increíbles vistas de los distintos valles y
la catarata del Gocta. Acertamos de pleno!
Lo primero que nos dimos cuenta
es que no es un lugar demasiado visitado, cuando al preguntar en la pequeña
oficina de turismo de Lámud como ir, nos dijeron que teníamos que ir con taxi y
guía. Como no queríamos pagar la pasta que nos cobraban, nos dijeron que
podíamos ir solos pagando la entrada y dándonos las llaves para poder abrir la
puerta de entrada al recinto. Así que si, literalmente íbamos a estar solos. A
la frase de “Ojalá que lleguen…” nos despedimos de los de turismo y empezamos
nuestra ruta…
El pueblo de los muertos |
Tras caminar un rato entre
tierras de cultivo, llegamos al borde del cañón donde está el pueblo de los
muertos. La última bajada es un sendero que desciende haciendo eses hasta una
pared vertical en la que los chachas construyeron sus tumbas. En cuanto tomas
el sendero, te quedas con la boca abierta. Las vistas son más que
impresionantes, con una panorámica del cañón del Sonche y del Uctubamba
perfectas y la imperturbable mirada de la Gran Catarata del Gocta presidiendo
toda la escena.
Al final del sendero, y tras
salvar un par de derrumbes, nuestra recompensa, el pueblo de los muertos. El
pueblo lo forman una serie de terrazas en la vertical del cañón, en las cuales
se han construido unas edificaciones circulares que en su día albergaron los
cuerpos de los difuntos chillaos, solo de los importantes. De las edificaciones
apenas quedan restos de los muros de adobe, ni que decir de los cuerpos y las
demás pertenencias que han desaparecido tras el paso del tiempo, el saqueo de
los huaqueros y finalmente la acción de arqueólogos que han puesto a buen recaudo
lo poco que quedaba.
Mausoleos |
No obstante, y a pesar del estado
de deterioro y descuido, el sitio merece bastante la pena. Especialmente
impresionantes son unos pequeños grupos de sarcófagos que aún descansan en
pequeñas grutas excavadas y a los que no puede acceder por ningún lado. Nos
encantó el sitio!
Esa noche dormimos en Lámud, satisfechos
y después de pasar un día entero sin ver turistas, con la sensación de que nos
adentramos en otro de esos sitios “off the road”.
DÍA 2: EL VALLE DE BELÉN Y LA
ETERNA BAJADA A CONGÓN
El segundo día madrugamos para
tomar un colectivo (4x4) que nos cruzara al siguiente valle, el Valle de Belén.
Montados en la caja de un jeep y sentados sobre unos sacos de maíz, fuimos
viendo amanecer de hasta llegar al precioso valle. De repente, al tomar una
curva aparece el valle como por sorpresa. Una moqueta verde atravesada por los
meandros de un río que, como una culebra, serpentea a lo largo de todo el
valle. Nuestra única compañía un grupo de vacas, otro de caballos salvajes y el
perro de Arturo, el guarda de la cabaña del valle.
Valle de Belén |
La idea inicial era convencer a
Arturo para que nos hiciera de guía por los caminos de herradura hasta llegar a
la Pirquilla, unas ruinas chachas perdidas en la maleza en lo alto de una
montaña. Pero… Arturo no estaba! La casa estaba cerrada a cal y canto y tras
desayunar en su porche y esperarle durante un buen rato decidimos irnos y hacer
solos el camino. Tomamos el camino de la carretera hacia Congón, el pueblo
donde dormiríamos. Como nos habían asegurado que Arturo estaría allí, no nos
habíamos informado de cómo tomar el camino de herradura, y como no lo veíamos
claro decidimos seguir todo el camino por la carretera para cruzar al siguiente
valle.
Cambio de vegetación |
Instalando la lavadora |
Al llegar a Congón, nos dimos
cuenta que habíamos llegado a otro mundo, como 50 años en el pasado. Congón es
el primero de una serie de pueblos a los cuales llegó la carretera hace 4 años.
Hasta ese momento, la única conexión con el mundo exterior eran unos caminos de
herradura que los lugareños con sus mulas y caballos utilizaban para ir a
vender sus productos a los mercados, algo así como cuando el abuelo Félix iba
con la mula por la calzada romana rumbo a Ávila. Hoy en día esos caminos de
herradura empiezan a ser usados por los turistas, que los utilizan para ir
descubriendo ruinas camino de Kuelap.
La casa de Armando |
En Congón, nos alojamos en casa
de Armando y Dora, que poco a poco van acondicionando su casa para los grupos
de turistas que sobre todo en verano (época seca) llegan al pueblo. Lo más
divertido fue ayudar a Armando a instalar la primera lavadora del pueblo.
Armando se quedó una hora pegado a la lavadora, observando boquiabierto todos
los pasos del lavado. Fue divertidísimo verlo! Por la noche, después de cenar,
nos quedamos un rato en la tiendita de Armando y Dora viendo con todo el pueblo
la tele (también en la única tele del pueblo). El colmo de la autenticidad fue
cuando Armando llamó por megáfono a una señora a la que estaban llamando por
teléfono. Nos encantó quedarnos en su casa en Congón! Además, es una zona
cafetera en la que sus habitantes han vivido toda la vida de ello.
Estuvimos también un buen rato
hablando con Dora, que nos contó cómo era la vida sin carretera, lo duro que
era tener que ir caminando durante todo un día para llevar las cosechas a
vender a los mercados y como los niños tenían que dejar el pueblo para ir a
Chachapoyas a estudiar la secundaria. Vamos, como cuando había que ir al
internado del Diocesano a Ávila … Nos encantó poder hablar con ella!
Os dejamos el link a las fotos:
Continuará ...
Que envidia los dos perdidos solitos por ahí. Esperamos la segunda parte ;)
ResponderEliminarMusus
Que bonito, y que bueno, eso lo vivimos aquí no hace tantos años.
ResponderEliminarMe acuerdo de pequeña cuando llego el primer hombre la luna, todos los vecinos en mi casa para ver por tv el acontecimiento. Lo mismo que la lavadora.
Que interesante es todo lo que contáis. Y ahora nos toca esperar a la segunda parte.
Besos, mama
Es genial! que bonitoo!! menudos montesss y que pocos bichos! ;)
ResponderEliminarSeguir disfrutando guapos!!
un besito
Itxas
Ay madre,que pareja de Indiana Jones...... nos estais demostrando que sabeis moveros por esos mundos de Dios.Desde luego los paisajes son bonitos,impresionantes..... pero lo que mas me gusta son los relatos e historias en las que los protagonistas son los habitantes que han vivido o viven en el lugar.
ResponderEliminar¿Por que hacían los enterramientos en una pared vertical de difícil acceso?
La historia de Armando,Dora y los habitantes de Congon... efectivamente nos traslada a la historia de muchos de nuestros pueblos,no hace muchos años.......pero a que al hablar con ellos os trasladaron un calor humano poco usual?....gente sencilla y noble que tienen como objetivo que sus hijos tengan una vida mas fácil que la de ellos.........uff! que recuerdos
Un besazo grande exploradores..... y la pena es que cuando vengáis quizá no tengamos tiempo de sentarnos en una noche estrellada alrededor de una hoguera a escuchar vuestros relatos e historias.
Mama Mila
Por fin he podido ver las fotos.
ResponderEliminarQue verdes más bonitos, que paisajes, y que curiosos los enterramientos ya nos contaréis.
Es auténtico.
Besos,
Mama
Verdaderamente que contrastes de colores entre los valles. Vistas impresionantes y rutas interminables, cuando llegueís no os vamos a conocer......cuidaros.
ResponderEliminarNosotros tb. conocimos, 1º la lavadora y despues en otro aparato la secadora,y al final hicieron ambas en uno. No ocurrió hace tanto o nosotros somos muy viejos, que no lo creo jajaaaa... besos la tiita