SANTA CATALINA - BUCEANDO ENTRE TIBURONES

Son las 10 de la noche, os escribo desde una tumbona en la playa de Estero en Santa Catalina. Entre el océano pacífico y yo únicamente hay una línea de palmeras que se mecen inclinadas, amenazando con caerse sobre los metros de playa que la marea baja concede por la noche. De fondo se escucha el sonido acompasado de las olas solo interrumpido, por el agitado paso de los cangrejos que a estas horas salen a comer.

Gasolinera de Santa Catalina

La luna llena ilumina toda la escena, creando un bonito juego de sobras, dejando entrever la espuma blanca de las olas que van a morir a la orilla. En la línea del horizonte se atisban las luces de tres barcos que aún no han decidido ir a dormir.

La brisa mueve las hojas de las palmeras y enfría la arena que hace unas horas quemaba calentada por el sol.

Hace dos días llegamos a Santa Catalina, un inaccesible pueblo en la costa del pacífico que presume de tener unas de las mejores playas pasa surfear de toda Centroamérica además de un paraíso natural en forma de isla: Coiba, que cuenta con uno de los fondos marinos más espectaculares del mundo.

Playa Estero

Es al llegar a lugares como estos, en los que realmente te das cuenta de lo relativo de nuestra existencia. Aquí nadie lleva reloj, las horas son aproximadas, nunca se sabe si la panadería abrirá hoy, si se irá la luz en algún momento del día o si esta noche en la pizzería únicamente habrá pasta para cenar. La vida aquí no se planifica, es como un mecer de las olas que te van transportando casi por inercia en alguna dirección.

Ayer pasamos todo el día sentados frente al mar, leyendo, durmiendo, observando,… viendo la vida pasar. Hemos alquilado una tienda de campaña en un campamento surfero frente a una playa larguísima de arena fina y olas constantes. Nuestro porche es un pequeño cuadrado de arena a la sombra de las palmeras y nuestra mesa de comer, una caja de cerveza boca abajo. Para llegar al mar basta con dar cinco pasos cuando la marea esta alta o caminar un minuto cuando esta baja. Antes de llegar al campamento, no hay que olvidarse de quitarse las chanclas, para cruzar un río que separa a esta playa del resto del pueblo.

Playas de Coiba

Hoy hemos ido a bucear a la Isla Coiba. Patri acaba de irse a dormir, agotada, con una sonrisa de oreja a oreja, reflejo de su enorme felicidad. Hemos buceado entre tiburones de cola blanca, mantas, rayas, tortugas gigantes, bancos de jureles, morenas, peces erizo, peces sapo, peces trompeta y un sinfín de variedades más. Ha sido una experiencia increíble. Nada más bajar del barco, nos hemos encontrado con un grupo de más de 10 tiburones, pero no era miedo lo que hemos sentido al verlos, ni siquiera una descarga de adrenalina. Lo que nos ha embargado ha sido una sensación única de paz, de armonía, de comunión con la naturaleza. Estábamos entre ellos, como parte de la fauna marina, espectadores de lujo de una vida bajo el agua.

Mañana aún disfrutaremos de este remoto remanso de paz. El 28 nos vamos a Panamá y el 1 de marzo volamos a Cartagena. Al final no vamos en barco porque esta es la temporada de vientos y nos han advertido que puede ser una experiencia bastante desagradable sobre todo si eres propenso a marearte.

Listos para bucear

No pensaba escribir sobre Santa Catalina hasta dentro de unos días, hasta llegar al siguiente lugar, pero no podía dejar escapar la oportunidad de compartir con vosotros este momento de felicidad. En días como hoy, se que ha merecido la pena dar un salto al vacío y apostar por lo que nos hacía felices.

Para vosotros es esta luna, esta brisa del mar, este mecer de las olas y sobre todo, esta sensación de serenidad y felicidad.

Os queremos y os echamos de menos

Os dejo en enlace a las fotos

Fotos de Santa Catalina

Patri y Juan