Como todas las mañanas, comenzamos el día con bañito y desayuno en nuestra calita privada… somos unos vanidosos ¡!!! Bueno, casi privada, porque a esa hora ya empezaba a llenarse de bañistas croatas… está gente madruga más que los del inserso en Benidorm. Tras duchita de agua fría (con 30ºC a las 10 de la mañana para qué quieres agua caliente), pusimos rumbo a Split para ver el famoso palacio de Diocleciano. Después de ver pueblos medievales y ciudades venecianas, nos hacía cierta ilusión retroceder a épocas de los romanos y por unas horas, pasear mientras tarareábamos la canción de Gladiator (el friki de Juan…).
Palacio de Diocleciano |
El palacio de Diocleciano es un recinto arquitectónico de la época romana integrado dentro de la propia ciudad, que ha ido evolucionando a lo largo de los siglos, desde su uso inicial como residencia de verano del emperador, hasta pasar a ser una propia ciudad amurallada que terminó siendo abandonada y ocupada por vagabundos, drogadictos y prostitutas. Las estancias subterráneas enterradas por toneladas de desechos, los antiguos palacios, ennegrecidos y olvidados.
Palacio de Diocleciano 2 |
Aunque en un principio teníamos pensado dedicarle todo el día a Split y pasar la noche o bien en un sobe (nos daba una perezaca enorme ponernos a buscar alojamiento) o bien en el camping de Split (nunca mais un camping enorme en una gran ciudad … con Venecia y su fiesta de la Toga tuvimos suficiente), finalmente nos sedujo más la idea de pillar carretera de la costa y recorrer las afamadas rivieras de Omis y Makarska.
Así que nos montamos en nuestro clio (que cada vez iba acumulando más y más mierda) y empezamos a recorrer kilómetros en otra sucesión interminable de ohhhhhhh!!! Aaaaaaaalllllaaa!!!! Qué pasadaaaaa ¡!!! Mira, mirraaaaaa!!!!! Quéeee aguaaaaa!!!! Peazo de calitataaaaa!!!! Y así como buenos turistas formamos una caravana de tres pares de narices…. Que no se puede ver calas e ir a más de 60 km/h ¡!!.
La tarea más dura fue sin duda escoger la cala en que íbamos a bañarnos, especialmente después de atravesar la Riviera de Omis (más bonita a nuestro juicio que la de Makarska). Al final, nos decantamos por la famosa playa de Brela. Por suerte llegamos bien caída la tarde y ya no había nadie en la playa (salvo nosotros), pero solo pensar los cientos o miles de turistas que tenían que haber abarrotado la playa se nos ponían los pelos de punta. Ahí estuvimos hasta salir arrugados como una pasa...es lo que tiene que el agua esté tan calentita (que no caldosa como la de la manga).
Tras el bañito en la playa al atardecer, búsqueda de camping para dormir. Después de la experiencia tan buena de los micro campings, dejamos pasar un par de campings grandes para seguir las indicaciones de un cartelucho que nos llevó varios km por un pinar, hasta un precioso micro camping en mitad de los árboles. Qué gustazo la cenita que nos preparamos con cervecita fresquita y vino croata incluido, arropados por las estrellas que inundaban el cielo y se dejaban entrever entre las agujas de los pinos…. A dormir y coger fuerzas, que a la mañana siguiente tocaba cambiar de país.
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