jueves, 24 de noviembre de 2011

PLITVICE – QUÉ BONITOS SON LOS LAGOS … CON SOL, Y CON LLUVIA

Con la visita a la isla de Hvar cerramos el tour por las islas y nos pusimos rumbo a nuestro próximo destino … los lagos de Plitvice. Según abandonamos la costa y nos fuimos metiendo hacia el interior, fuimos pasando de un paisaje playero mediterráneo a uno agreste mucho más pirenaico. Y a la vez que cambiaba el paisaje, también lo hizo el tiempo.
Soledad bajo la lluvia
Así llegamos al área de los lagos con una pinta de lluvia que te mueres, por lo que decidimos dormir en el primer sobe que vimos libre, con la idea de no mojarnos y además ganar tiempo para el madrugón que nos esperaba a la mañana siguiente.

… Y a la mañana siguiente sonó el despertador a las 7 de la mañana. Como nos había contado el casero que el día anterior habían visto los lagos unas 10.000 personas, y después del mal recuerdo que teníamos de Krka y sus hordas de turistas decidimos jugárnosla a madrugar.

Qué monoossss !!!
… para mi que llueve, dijo Patri, si fuera capaz de abrir un ojo me levantaría y lo comprobaría. Y no es que lloviera, es que fuera estaba cayendo el diluvio universal…. Pero como nosotros somos más de mojarnos, nos enfundamos nuestros super chubasqueros y zapas de gore-tex y haya que nos lanzamos a una caminata de 7 horas bajo el gran aguacero. Lo bueno, que con la que estaba cayendo no había ni un alma cuando nos pusimos a andar… el que no se consuela es porque no quiere.
Seguro que es agua?

La verdad es que el paisaje es una pasada: una sucesión de lagos, superpuestos unos encima de otros, que se unen como una gran pirámide, unos desaguando en los otros en forma de cascada. Si además lo mezclas todo con unos colores azules turquesa del agua y una vegetación exuberante, pues una pasada, vamos.

Hormiguitas sobre el agua
Además, como no siempre nos iba a llover … justo cuando llegamos a lo más alto de los lagos (y después de hacer una paradita a tomar un chocolate calentito), se abrió el sol y pudimos disfrutar de una bajada preciosa, redescubriendo cada uno de los sitios por los que habíamos pasado a la subida, vagabundeando por las pasarelas sin rumbo y perdidísimos … da igual, porque igual ves el mismo lago 5 veces, y con los cambios de luz siempre te parecerá distinto y único.
Qué ganas de bañarse

Tras la matada a andar, en el barquito de vuelta al parking pudimos ver como iban llegando las riadas de japoneses de los que gracias a la lluvia nos habíamos librado. Los muy frikis bajaban del barco y se ponían a correr por las pasarelas de madera, haciendo fotos sobre la marcha (no es una exageración) … debe ser que les daban 15 minutos (hasta que saliera el próximo barco) para verlo todo….
Como se nos había dado guay, nos la jugamos a pillar el coche y pirarnos a dormir en Zagreb.

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