domingo, 24 de octubre de 2010

DE LAS MONTAÑAS KARSTICAS A LA JUNGLA DE ASFALTO

Días 19, 20 y 21 de Octubre
Hola a todos,
Ya llevamos dos días en Hong Kong, esa parte de China que no es China de verdad.  Y es que aunque en 1997 los británicos devolvieron Hong Kong a los chinos, este conjunto de islas, nada tienen que ver con la China continental.
Esto se ve rápidamente, porque aunque en teoría es el mismo país, tienes una frontera para pasar de un lado a otro y además los coches siguen conduciendo al modo inglés. Para entrar a Hong Kong los europeos no necesitamos visado alguno, y normalmente, cuando a alguien se le va a acabar el visado chino, sale a Hong Kong a renovarlo y vuelve a entrar... el mismo país? para mi que no.
Y es que hay muchas cosas que diferencian a Hong Kong de la China continental, además de que los coches conducen en sentido contrario. Hong Kong sigue teniendo una legislación propia, que le permite continuar con un sistema puramente capitalista, al margen del, en teoría, socialismo Chino. En seguida notas que todo es diferente porque los carteles están siempre escritos en inglés y en chino. Lo más curioso es que nos contaron que los chinos creen que la gente de Hong Kong debe estarles agradecida por permitirles volver a ser chinos.
Hong Kong es una ciudad que puedes odiar y amar al mismo tiempo. Todo depende de los gustos de cada uno. Si te gustan las tiendas, encontrarás millones y millones de sitios donde dar rienda suelta al consumismo. Si te encanta el ritmo frenético de una gran ciudad, pues solo tienes que dar una vuelta durante el día por la zona de Central y los rascacielos y montarte en el tramo de escaleras mecánicas más largo del mundo, que se tarda unos 20 minutos en cruzar de lado a lado.
 
Mercado de pescado
Por el contrario si lo que te gusta es respirar la antigua Hong Kong, la de los pescadores y comerciantes, puedes darte una vuelta por los mercados del gynseng y del pescado y "otras cosas del mar" secas, donde encontrarás además de las raíces de gynseng y los tradicionales pescados salados, todo tipo de pólipos, esponjas, estrellas de mar, gambas, algas marinas, caballitos de mar.... eso si, bien secos.
Nosotros el primer día odiamos Hong Kong, pues sin querer nos metimos en la zona de compras. Imaginaros salir del metro y encontraros todas las tiendas del mundo juntas y a la gente con los ojos inyectados en sangre y la mandíbula desencajada como auténticos yonkis del consumismo, totalmente cargados de bolsas de ropa, complementos y artículos electrónicos. Si juntas a eso la sensación de agobio que produce no ver el sol, porque te encuentras entre un laberinto de rascacielos de calles estrechas donde a penas si circula el aire... pensamos, qué hacemos aquí, deberíamos volver al campo a dar paseos en bici !!!!. Menos mal que en seguida llegamos a la zona del paseo marítimo y pudimos respirar otra vez.
No obstante, poco a poco la cosa fue mejorando.... Como el miércoles todos los museos son gratis, nos decidimos a visitar nuestro primer museo en todo el viaje: el museo de historia de Hong Kong. Un acierto la verdad, es un museo súper didáctico con todo explicado en inglés, donde se da un repaso a la historia de las islas, desde la prehistoria hasta la actualidad.
 
Paseo de la fama
Tras abandonar el museo ya de noche (nos dimos cuenta porque todo estaba iluminado con neones, no porque notáramos que se había ido el sol y había salido la luna), fuimos al paseo de las estrellas, a hacer una foto de las manos en el cemento de Jackie Chan y de paso ver el famoso espectáculo de luces de la bahía. Nos habían dicho que era bastante espectacular, pero nosotros terminamos pidiendo la hora, después de llevar casi 20 minutos observando como los rascacielos del otro lado de la bahía cambiaban de colores al ritmo de la música.
Para terminar el día subimos a lo alto del Victoria Peak, a ver la ciudad iluminada desde lo alto de la colina. Impresionante la verdad, pero los dos nos quedamos con las vistas de Shanghai, que nos parecieron mucho más espectaculares. 
Vista desde el Victoria's Peak

Si el primer día odiamos Hong Kong, el segundo terminamos amándola. Como hay aviso de tifón para los próximos días, antes de que se termine de estropear el tiempo, decidimos escaparnos a la naturaleza y disfrutar un poco de la playa a la que no pudimos ir. Así, tomamos un autobús y en media hora estábamos en medio de la naturaleza, en un pequeño pueblecito estilo surfero tirados a la bartola en una pequeña playa de arena blanca. Qué mañana tan relajante, quedarte mirando el mar, viendo como los surferos jugaban con las olas o cerrar los ojos y oír a la vez el sonido del mar y el de los pájaros del bosque de detrás de la playa. Fue genial, disfrutar aunque solo fuera un rato de esa paz y tranquilidad de estar en un sitio precioso sin tener nada que hacer más que simplemente estar. Después para rematar y antes de volver a la civilización, nos metimos un arrocito con gambas y unas gambas a la parrilla con salsa de soja, regadas con una buena "San Miguel" de 690 ml, hecha por supuesto en Hong Kong. 


comida en la playa

 
Playa de Hong Kong
De vuelta a la civilización nos dimos un agradable paseo por los mercados del gynseng, de pescado seco y de antigüedades, una vuelta al pasado de la ciudad, para terminar sin darnos cuenta en la zona del SOHO, que está llena de restaurantes y bares súper chulos donde todos los occidentales de Hong Kong se reúnen al ponerse el sol (o al menos eso nos pareció).
Ya no queda nada para vuelta,
Besos y abrazos
Patri y Juan

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