Inle Lake, cuando el turismo interrumpe la serena vida del lago

Tras Bagan, tomamos un autobús nocturno al lago Inle. El lago Inle es uno de los sitios más turísticos y visitados de Myanmar y compone parada obligatoria para el circuito básico de cualquier paquete organizado. Por este motivo, inicialmente no teníamos muchas ganas de ir, pues nos temíamos vivir una segunda parte de cuando estuvimos en Puno, en el lago Titicaca.

Aún así, y al igual que nos pasó con Mandalay, decidimos darle una oportunidad porque todo el mundo con el que hablábamos nos lo ponía genial.

Tras un accidentado viaje en bus (que supuestamente tenía aire acondicionado... Pero no), y tras pagar el impuesto revolucionario (esta vez no nos libramos ... Lo cual nos enfadó bastante), llegamos de madrugada al lago. El primer día lo pasamos dando vueltas con la bici y visitando un pueblecito en la ribera del lago. La verdad que nos sorprendió muy gratamente otra vez. Únicamente tuvimos que salirnos de la ruta turística y ahí de nuevo encontramos la Myanmar que tanto nos ha gustado, la de las sonrisas sinceras y los “hola” sin parar.

Decir que nos lo tomamos con bastante calma y al final sin darnos cuenta se nos pasaron las horas en el pueblecito. Primero, y después de una vuelta de reconocimiento nos sentamos a comer en un restaurante local a probar el plato típico: ensaladas con unas tortas de arroz (crackers u obleas... Como queráis llamarlo). Que rriiiiiiccoooo!! Ensaladita de limón super fresquita y otra de noodles para llenar .... Y todo ello regado con té y una especie de vino de arroz muy dulce que nos dieron para probar.

Tras llenar el estómago tocó el plato fuerte. Otra vuelta por el pueblo para explorarlo más profundamente. Que guayyyy! El pueblo estaba lleno de actividad. Pudimos ver como secaban pipas, tostaban cacahuetes y soja y sobre todo como preparaban una especie de obleas de tofu de miles de colores. Primero hacen la masa, luego con unos hornos muy chulos que alimentan con los restos de maíz (super ecológico) preparan unos crepes (os lo prometemos.... Igualito que los crepes), una vez hechos los dejan secar, y finalmente los cortan para darles las formas que quieren.

Y los lugareños super contentos de que les preguntáramos y cotilleáramos todo. Hasta tal punto, que Patri terminó sentada en uno de los hornos haciendo crepes de tofu mientras las mujeres se meaban de la risa. Para colmo, ese día Patri estrenó su falda o Lonji y para que quieres más... Todas la paraban para enseñarla a colocarse la falda correctamente y estaban encantadisisisismas con la extranjera llevando traje típico de Myanmar.

Tras un buen rato dando vueltas, conseguimos regatear a un barquero para que nos cruzara al otro lado del lago. Aunque al principio no nos apetecía, porque se les va de las manos timando a los turistas (no te dejan coger el bote local.... Si no que tienes que pagar uno privado), al final conseguimos un buen precio (tenemos práctica de China) y nos dimos un paseo en barca, que nos sirvió de anticipo para el día siguiente. Antes de ir a descansar, vimos la puesta de sol en un viñedo mientras catabamos unos vinos locales.

El segundo día, tocó tragar con la turistada y alquilar un bote para ver el lago. Y la verdad que si filtras todas las paradas que nos hicieron para ver los paraguas de papel, las artesanías de madera, telares, cuchillos,....etc; mereció bastante la pena. Y es que durante el paseo en barco, también tuvimos la ocasión de ver un mercado local, lleno de barcas de todos los habitantes del lago que habían ido a vender sus productos y a aprovisionarse para la semana. Ademas conseguimos perdernos un poco entre las casas flotantes y ver las huertas que tienen montadas en el lago. Está muy curioso ver como entre surco su surco, se mueven el barca. Finalmente, también pudimos ver a los pescadores del lago y deleitarnos con su peculiar técnica de remar con una pierna mientras con las manos sueltan y recogen las redes. Y es que, aunque algunos de los pescadores están ahí posando solo para la foto del turista, muchos de ellos permanecen distantes y ajenos a los flashes de las cámaras, atentos a sus quehaceres diarios.

En resumen, el lago Inle es otro de esos lugares que te encantan y disgustan a la vez. Pintoresco y especial, únicamente tienes que encontrar la manera de disfrutarlo a tu gusto y filtrar todo el turisteo barato que se ha montado alrededor. Y si consigues hacerlo, descubrirás un lugar muy mágico, donde la vida transcurre lenta, como el vaivén de las olas que mecen las barcas de los habitantes del lago.

Os dejamos el link a las fotos del Inle Lake:

Fotos de Inle Lake