viernes, 27 de febrero de 2015

Yuanyang, un océano de bancales de arroz a la luz de los rayos del sol

Son las tres de la tarde y estamos en el aeropuerto de Shanghai, esperando para montar en el avión rumbo a Kunming. Cinco años han pasado desde la primera vez que vinimos a China y por fin vamos a ir a Yunnan, una de las regiones mas espectaculares de China, que desde hace tanto tiempo se nos resistía. 

Sentados en la zona de embarque sensaciones contradictorias nos embargan. Por un lado pena, mucha pena. Hoy hemos dicho adiós a la vida que hemos vivido estos últimos 18 meses. Ver salir el taxi de CEIBS con todos nuestros amigos despidiéndonos ha sido la parte mas difícil. Aunque a muchos los volveremos a ver pronto, no podemos entristecernos al dejar atrás la que ha sido nuestra familia todo este tiempo. Ademas,  Según dejábamos nuestra casa de Hongfeng Road, los siguientes inquilinos firmaban el piso. Tampoco tenemos ya moto, y todas nuestra vida esta guardada en 5 maletas que por unos meses se llenaran de polvo en la escuela.

Por otro lado, y junto a la profunda tristeza, también tenemos una sensación de “deja vu”, al vernos con las mochilas y con exactamente la misma ropa que tantos meses llevamos en Sudamérica. Estamos en Shanghai o en el aeropuerto de Lima? 

Finalmente, y unido a los dos sentimiento anteriores empezamos a notar pequeñito, ese cosquilleo en la tripa por la aventura que comienza ahora, rumbo al sur de China. Quizás sea ya la ultima vez que podamos hacer un parón en nuestras vidas y dedicar un tiempo largo a viajar ... Así que toca aprovechar esta oportunidad que nuevamente nos ha dado la vida.


La primera parada de esta nueva aventura nos lleva a Yuanyang y sus famosos arrozales. Aunque ya hemos estado varias veces visitando arrozales, nunca lo hemos hecho en esta época del año, en la que los bancales están cubiertos de agua y toda la montaña parece un enorme cristal hecho añicos, que refleja el cielo azul y los rayos del sol.

Tras un interminable viaje en autobús de mas de 9 horas, con 3 cambios incluidos, llegamos bien entrada la noche a Yuanyang. Nos recibe una niebla espesa que nos eriza los pelos, solo de pensar que después de tanto esfuerzo a la mañana siguiente puede ser que no veamos nada. Aun así, ponemos el despertador para ver el amanecer y nos metemos debajo de un montón de mantas esperando no morir de frío. 

Unas horas más tarde nos levantamos sin necesidad de reloj, madre mía que calor hace en la cama... Resulta que no nos dimos cuenta que la cama tenia una manta eléctrica que se ha encendido al volver la corriente en mitad de la noche. Nos abrigamos bien y subimos a la azotea del hostel con la esperanza de no encontrarnos otro amanecer lleno de nubes en que el madrugón se queda sin recompensa.

Hemos tenido suerte!!! Las nubes han bajado durante la noche y por encima del mar de nubes se reflejan rojizos los bancales llenos de agua dando los buenos días con los primeros rayos del sol. 

Después de una siestecita, post amanecer y un buen desayuno (ayer de bus en bus apenas comimos), comenzamos a explorar los arrozales. A pesar de que los del hostel nos proponen ir de pueblo en pueblo cogiendo minibans para ver los arrozales desde los distintos miradores, a nosotros nos apetece mucho más patear, así que hacemos caso omiso a las recomendaciones y nos perdemos toda la mañana por los caminos de labranza que surcan los bancales. Como recompensa, la paz de disfrutar de semejante belleza nosotros solos, inventándonos nuestras vistas favoritas y cremos nuevos miradores desde los que disfrutar el crisol cambiante de colores que son los arrozales según los momentos del día.



Por la tarde, y tras un buen rato perdidos intentando que nos lleven a un pueblo que nadie parece conocer, un nuevo golpe de suerte nos arregla la tarde. Un chino de Beijing vejete que está de turisteo nos rescata y nos lleva en la miniban que ha alquilado a conocer todos los puntos de interés del otro valle lleno de arrozales. De mirador a mirador y tiro porque me toca... En un rato hemos visto un montón de cosas que de otra manera habría sido imposible (bendito chino, como ayuda conocer el idioma en estos casos). 

Al final, y tras pagar religiosamente al conductor (a ver si te crees que iba a perder la ocasión de hacer un dinero extra), nos despedimos de nuestro amigo beijines y ponemos rumbo al mirador de Bagan para ver el atardecer. Ni una nube asoma en el horizonte cuando despedimos el día. La vista es simplemente impresionante. Filas y filas de bancales jalonan la montaña desde la punta hasta lo más profundo del valle. Poco a poco se va apagando la luz, el azul sustituye al naranja y finalmente llega el negro. Los arrozales se han ido a dormir, y nosotros corriendo tras ellos.


El segundo día, volvemos a estar tocados por la barita mágica del hada de la suerte. Las nubes han vuelto, y esta vez parece que para quedarse. Una niebla densa cubre todos los arrozales. Aun así probamos suerte y montamos en una miniban rumbo al último valle que nos queda por ver .... Te imaginas que ahí no estuviera nublado? .... Y no estaba nublado!!!!! Que pasada!!! Estamos otra vez por encima de las nubes y la vista es increíble. Aunque no se ve hasta el fondo del valle, los arrozales más altos están bañados por los rayos de sol y forman una imagen casi mágica, amenazando con precipitarse al abismo de nubes que se ha tragado todo lo demás.

Al llegar el medio día y después de varias paradas largas en nuevos miradores inventados, decidimos cambiar los planes y en lugar de dormir allí, marchar de vuelta a Kunming y dormir en Jensui, una pequeña ciudad en la que nos dejó uno de los buses de camino y que tenía bastante buena pinta.


Así, la última mañana antes de regresar a Kunming para recoger el visado a Myanmar y a poner rumbo hacia Dali y Lijiang, la pasamos en esta ciudad de la China profunda, quizás de las más Chinas que hayamos conocido. La mañana se hace corta paseando por las callejas de la parte antigua, hablando con la gente que alucina con los ojos de vaca... Que además les hablan en algo parecido al Chino. 

El mercado es toda una experiencia, con los agricultores vendiendo unas verduras que tienen una pinta increíble, la gente comprando gallinas vivas para cocinar en el Año Nuevo Chino ... Y Tofu por todas partes! Madre mía como les gusta el Tofu en esta zona, a la barbacoa, eso si.  Aunque si hay una cosa que nos sorprende son las múltiples tiendas de pipas de agua y la cantidad de parroquianos dandole al tabaco con las narices metidas en esa suerte de chimeneas adictivas que les ayudan a matar el tiempo mientras ven la vida pasar. 



Todo un acierto haber parado en esta ciudad que no aparece en el mapa y que nos ha alegrado el viaje de vuelta desde los arrozales a Kunming. Próxima parada, Dali, Lijiang y la famosa garganta del Salto del Tigre.

Os dejamos el link a las fotos de Yuanyang

3 comentarios:

  1. Pareja, como estáis disfrutando. Una maravilla de sitios. Pero un poco locosss ya estaisss.
    Se os ve felices y os mereceis disfrutar.
    Besos

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  2. Nos hacéis disfrutar mucho, pero antes de regresar nos tendreis allí otra vez.
    Vosotros tenéis la culpa, con tantas historias.

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  3. Nos han gustado mucho vuestro relato y vuestras fotos.Mira que yo todavía tengo en la retina la maravillosa visión de los arrozales verdes...pero esta claro que hay que repetir para verlos en las distintas fases por las que pasan,
    Nosotros nos quedamos con los relatos y la fotos y vosotros con algo mas importante... las vivencias que no olvidareis
    Un beso.Mama Mila y abuela Dioni

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