Y después de varios días buscando, finalmente lo
encontramos, al final de la carretera, el pueblo que combinaba todo lo que nos
había ido enamorando los días anteriores. Belleza, singularidad, tranquilidad,
autenticidad, casi ningún turista y gente maravillosa; ese es Da Likeng.
Da Likeng desde la azotea |
Nada más llegar nos recibió el conductor del autobús, que
habíamos conocido días antes mientras preguntábamos en la estación de Wuyuan
como llegar hasta Da Likeng. Resulta que ese chino de sonrisa permanente era
también el dueño de un hotel con una azotea privilegiada que tenía unas vistas
soberbias de todo el pueblo. Azotea con palco de excepción al puente más
transitado del pueblo, en la que pasamos los dos días siguientes innumerables
horas viendo literalmente la vida pasar.
Las calles de Da Likeng |
La primera tarde estuvimos vagabundeando por todos los
rincones del pueblo. Rincones de postal y fuente de inspiración para los
montones de niños pintores que se amontonaban en cada escenario. Casas
semiderruidas, paredes ajadas, huertos en mitad de callejuelas, antiguos pozos
de agua. El olor a humo de los agricultores quemando la tierra tras recoger el
arroz, mujeres cribando las habas y separándolas de sus vainas, guindillas
secándose al sol.Casas de madera con bajorrelieves tallados, un pozo de los
deseos, un hombre persiguiendo a sus patos, niños corriendo detrás de nosotros
y saludando en inglés.
La vida del puente |
Al caer la noche y antes de bajar a cenar un rato de azotea.
La mujer que se lava el pelo en el río,
la que vende plátano frito y tartaletas en su puesto junto al puente, el abuelo
que se acerca a lavar sus zapatillas junto a la mujer que destripa el pescado
para la cena. Unos niños que juegan en el borde del puente mientras una
abuelita los observa sentada en un tronco de madera. Un hombre que se acaba su
cena junto a la tasca que enciende sus farolillos rojos porque acaba de abrir.
Esa es la vida de Da Likeng, baja de pulsaciones, llena de detalles al ritmo de
un río que baja lento de la montaña tras cruzar los arrozales, campos de té y
tierras de cultivo.
El segundo día nos aventuramos a hacer una ruta por la
montaña cercana que nos había recomendado el autobusero-hotelero. No obstante,
tras algo más de una hora y media de camino por el bosque y después de
visualizar la quinta serpiente que se cruzó delante de nuestras narices por el
camino, decidimos dar la vuelta y no tentar a la suerte una sexta vez.
paseando por los campos de té |
Así a las doce estábamos sentados en un puente de piedra en
mitad de los arrozales observando a los lugareños y viendo como después de
cinco días de sol los nubarrones amenazaban con hacer temblar todo el valle.
Por la tarde nos dimos otro paseo por los alrededores, con
la satisfacción de haber disfrutado de unos días geniales. Después de la última
cena nos acercamos al bar a tomar unos licores caseros y brindar por el
objetivo conseguido. Pronto a dormir que a las seis de la mañana nuestro amigo
el autobusero-hotelero nos esperaba para llevarnos de vuelta a Wuyuan y de allí
carretera hacia casa, Shanghai, la jungla de asfalto, la otra china, en la que
el tiempo no se detiene.
Este post se lo dedicamos especialmente a Teresa y Pilar que hoy es su cumpleaños. Hermanitas os echo mucho de menos.
También va para Ursu, Alberto ICAI y tía Pilar. Muchas felicidades a todos !!!
Os dejamos el link a las fotos de Da Likeng: Fotos de Da Likeng
Chicooooos!!! Aunque lo acabo de ver un poco tarde... MUCHAS GRACIAS X ACORDAROS DE MI CUMPLEEEEEE!!!! OEEEE! Por cierto, que fotos más bonitas estáis haciendo... a los que estamos aquí es como si no hubieseis dejado de viajar x el mundo. ¡¡Me encanta!! Y se os ve súper felices!!! Mil besos desde BCN.
ResponderEliminarUrsu
La pose entre los arboles de te está genial ;)
ResponderEliminarContarnos que tal con las viajantas!!
un beso,
Itxas
SIps Patri!!! Moniiisima!! Pareces una florecilla saliendo de entre las hierbas!! :-) Un besote!! Diana
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