domingo, 10 de febrero de 2013

LA PENÍNSULA DE DINGLE - COSTA IRLANDESA EN ESTADO PURO

A la mañana siguiente amaneció un día de sol espléndido. Aún así y pese a las ganas de verlo todo, no pudimos resistirnos al peazo desayuno que nos tenía preparado John, nuestro casero en el B&B.

Costa de Dingle
Killarney está situado en un lugar estratégico junto a dos de los recorridos en coche más conocidos de Irlanda: el Anillo de Kerry y la Península de Dingle. Haciendo caso a John y nos decidimos finalmente por la Península de Dingle. Se supone que es una versión reducida del Ring of Kerry, que concentra en un número significativamente inferior de kilómetros, toda la esencia de la costa irlandesa: pueblos de pescadores, acantilados escarpados y playas preciosas de arena blanca y grandes olas.

 Lo que en un principio y según John, era un paseo de un par de horas, terminó siendo todo un recorrido de un día entero por la irlanda costera más auténtica.

Lo de ir en temporada baja, a pesar de las pocas horas de luz, terminó siendo una gran ventaja. No me imagino conducir por estas carreteruchas con una caravana de coches de turistas en ambas direcciones. La verdad, que nosotros a penas si nos encontramos 5 coches y un grupo de ciclistas, lo que hice si cabe aún, que pudieras disfrutar mucho más del día.

playas de arena blanca
Siguiendo las indicaciones de John, optamos por llegar al anillo de Dingle por la parte inferior de la Isla, previa parada en la espectacular playa de 5 km de arena blanca de

Al llegar al bonito pueblo costero de Dingle se comienza un recorrido circular por una carretera costera donde continuamente se van admirando acantilados y playas escondidas de arena blanca. A pesar de ser un recorrido de a penas 30 km, puedes pasarte tranquilamente la mitad del día recorriéndolo. Todo depende de los millones de fotos que quieras tirar, los menuda pasada que quieras soltar y las paradas a andar por las playas y a tocar el agua que quieras hacer.... nosotros bastantes, para que nos vamos a engañar.

El buen día de sol hizo que disfrutáramos aún más si cabe del día y remoloneáramos un poco hasta llegar de nuevo a casa de nuestra familia irlandesa, que nos esperaba con una super cena de pescado, pan casero, mejillones y buena cerveza irlandesa. Después del frío (a pesar del sol) que habíamos pasado, fue un gusto llegar otra vez al calor del hogar y compartir con la family otro día y medio de paseos, turisteo y buena compañía.

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