viernes, 17 de mayo de 2013

LA ISLA DEL SOL – DONDE TODO EMPEZÓ


Tras abandonar Cusco pusimos rumbo a Bolivia, y más concretamente a la Isla del Sol. La Isla del Sol se encuentra en el lado boliviano del lago Titicaca, a una hora en lancha de Copacabana, un caótico pueblo a pocos kilómetros de la frontera con Perú.

Copacabana
Sin siquiera haber llegado a Copacabana, ya nos dimos cuenta que Bolivia iba a ser diferente de Perú. Y es que justo antes de cruzar la frontera, nos bajaron del autobús y nos dieron algo de dinero (en soles) para que lo cambiáramos y nos compráramos un billete en colectivo hasta Copacabana, que ellos seguían en otra dirección.

A pesar del esfuerzo de primera hora de la mañana, no tuvimos ningún problema en llegar a Copacabana y juntar un grupo de personas para salir directamente en lancha privada a la Isla del Sol. Nuestro destino, la parte norte de la misma, la menos turística, y donde se encuentran la mayor parte de las ruinas.

La playa del lago
A pesar de que teníamos un ambicioso plan, que pasaba por caminar durante varias horas de punta a punta de la Isla, nada más llegar al pequeño pueblecito de la parte norte cambiamos de idea. Lo primero porque el pueblecito nos cautivó. Es increíble que aún siendo un destino tan turístico se conserve tan virgen. Apenas una treintena de casas de adobe reposan de forma desordenada a la orilla del segundo lago más grande del mundo, el Titicaca. Además nos bastó una caminata de 3 minutos para encontrar una paradisíaca playa de arena, completamente desierta a casi 4.000 metros de altura. A la orilla de la playa nuestra habitación en una casa de dos plantas con un ventanal enorme con vistas al “mar”… y por solo 4 euros la noche, una maravilla!!

El mediterráneo?
Cautivamos por la belleza de la playa, las aguas cristalinas del lago y el calor sofocante que pegaba a medio día, nos vimos obligados a pegarnos un baño en el Titicaca. Ni que decir tiene que el agua estaba congelada, pero la sensación de estar en una playa del mediterráneo a cuatro mil metros de altura valía el esfuerzo. Y si, la Isla del Sol curiosamente recuerda mucho a una isla del mediterráneo, un curioso ”deja vu”, que nos trasladó de forma instantánea a las costas de Dalmacia o a las más cercanas Baleares.

Después del bañito y el almuerzo pusimos rumbo a las ruinas del extremo norte. Realmente apenas si se conservan una mesa ceremonial, los restos de un templo, una piedra sagrada y pocas cosas más. No obstante, el verdadero valor de estos restos, no reside en lo bien conservados que están, si no en su significado que está unido a la importancia de la Isla en las culturas precolombinas.
 
Ruinas del norte


La Isla del Sol ha sido desde hace miles de años un santuario para al menos tres culturas. Las dos más recientes los Tiawanaku y los Incas. Según las leyendas incas, de la Isla del Sol salieron los dos primeros Incas, así que imaginaros lo importante que era para ellos.

La Isla del Sol funcionaba como un santuario al Dios Sol. Peregrinos de todos los países de Sudamérica acudían a la Isla a hacer ofrendas a este Dios. El lugar más importante de la Isla era una piedra sagrada en forma de Titi (felino), que estaba cubierta de láminas de oro. Junto a esta piedra, el altar en que se realizaban las ofrendas y sacrificios.

Mesa ceremonial
Se dice, que para llegar a esta piedra, había que traspasar al menos 7 puertas. Cada paso era un ritual de purificación. Las últimas tres, se encontraban en las cercanías del altar, y estaban custodiadas por sacerdotes, que únicamente dejaban pasar si consideraban que los peregrinos eran puros (y llevaban suficiente oro y otras cosas de valor, pero como ofrenda no vayáis a pensar mal).

Los sacerdotes, además hacían en el altar todo tipo de sacrificios de llamas y a veces humanos, para agradar al dios Sol. El más representativo se hacía cada solsticio de verano, en que una virgen era sacrificada en honor al Dios. La pobre virgen era una de las niñas guapas de familia bien que residían como monjitas en la cercana Isla de la Luna. Lo curioso es que estas chicas eran escogidas entre todas las del reino por su belleza y se preparaban durante años para ese momento, siendo un gran honor para ellas y sus familias el que las sacrificaran. Pero no os penséis que eran muy bestias, en lugar de cortarlas la cabeza y esas cosas que seguro estáis pensando, solían matarlas de sobredosis, para que no sufrieran.
Atardecer

De vuelta de las ruinas, disfrutamos de un precioso atardecer en el lago, eso si ya con toda la ropa de abrigo puesta, pues al estar tan alto, en cuanto se va el sol, las temperaturas bajan una barbaridad.

Después de dormir acunados por el sonido de las olas, a la mañana siguiente, y tras desayunar sentados en la playa (y terminarnos el bote de nutella); fuimos a ver el pequeño museo del pueblo, que contiene principalmente restos de un cercano pueblo sumergido en el lago (la Atlántida, según los lugareños). El museo, no obstante apenas si cuenta con nada de valor, ya que las más de 150 piezas de oro y plata que tenía han sido trasladadas a La Paz, después de que los peruanos intentaran robarlas y fueran atrapados en la frontera.

Quizás lo más interesante del museo, fue charlar con el encargado del mismo, un abuelete que nos relató como toda la comunidad había participado del descubrimiento, ayudando al famoso “Jacques Costeau” a explorar las profundidades del lago y desenterrar sus tesoros más ocultos. Era muy gracioso como el abuelete hablaba con tan cercanía de ese espigado francés de pelo cano (como lo describía él).

Y es que la comunidad juega un papel muy importante en la preservación de las riquezas arqueológicas de la Isla del Sol, ya que son ellos los que administran todo el patrimonio, cobran entradas, hacen de guías, cuidan las ruinas y hasta hacen de arqueólogos para desenterrar aún más cosas. Todo esto además de cuidar sus ovejas, que no solo del turismo vive el pastor.

Después de la interesante charla, con pena por dejar un sitio tan agradable y con tanto magnetismo, volvimos a Copacabana y de ahí rumbo a La Paz, donde empezaríamos nuestro recorrido por el altiplano boliviano.

Adjuntamos el link a las fotos:


Besos
Patri y Juan

3 comentarios:

  1. La verdad chicos es que os habeis organizado muy bien el viaje....Teneis una gran suerte al poder ver cosas tan emblematicas como el lago Titicaca y poder disfrutarlo sin gente.....
    Siempre me imagine que Copacabana era un poco mas grande,parece bonito,.
    Gracias por ampliar nuestros conocimientos exploradores.
    Abuela dice que que bien elegian a las chicas...
    Un beso muy fuerte.
    Abuela Dioni y mama Mila

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  2. El lago parecía el paraiso, me producía relax y paz total y la isla de los dioses una gran leyenda, como esta ya tendreís un montón para cotar de viejecitos.... vivir y disfrutar.besos la tiita.

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  3. Hola pareja, hoy os he podido leer y escribir. He estado varios días sin internet.
    Ahora estoy en Veracruz y es bonito. Los comercios de españoles.
    Ahora nos vamos a un salto de agua de camino a san Andrés.
    Todo precioso, que experiencia.
    Besos y seguir así de guapos.
    Mama

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